Me moría de ganas de hacerles fotos a mis macarons, creo que es de los postres más fotogénicos que existen.
Pero desastre; de sabor: me parecieron demasiado dulces, de color: fatal, muy poco intenso, de forma: informes, al menos algunos me salieron con el pie adecuado, lo peor fue que quedaron medio crudos y se pegaban al papel sulfurado, si los dejaba más tiempo se me tostaban y quedaban con un color terrible, aunque se despegaban bien.